El procesamiento de tejidos es un paso esencial en histología, ya que transforma muestras biológicas frescas en bloques estables embebidos en parafina para su análisis microscópico. Este procedimiento es fundamental tanto para la investigación médica como para el diagnóstico clínico.
Tradicionalmente realizado de forma manual, este proceso ha sido transformado por la automatización, que optimiza etapas clave como la fijación, deshidratación, aclaramiento e infiltración, garantizando resultados consistentes y de alta calidad.
Los procesadores de tejidos automatizados reducen significativamente la carga de trabajo manual, mejoran la precisión y aumentan la eficiencia global del laboratorio.
Esta guía compara el procesamiento manual y automatizado, explora los beneficios que aporta la automatización en los laboratorios de patología y detalla las consideraciones clave para seleccionar el procesador de tejidos más adecuado. Para técnicos de laboratorio, investigadores y patólogos, la automatización representa una herramienta fundamental para optimizar los flujos de trabajo histológicos.
El procesamiento de tejidos prepara las muestras para su corte y observación microscópica a través de etapas como fijación, deshidratación, aclaramiento e infiltración. Los métodos manuales y automatizados difieren de manera significativa en su ejecución, eficiencia y calidad de los resultados. A continuación, se presenta una comparación punto por punto:
El procesamiento manual implica que los técnicos trasladen las muestras manualmente a través de distintos reactivos (formol, etanol, xileno y parafina). Este método ofrece un control directo y preciso, lo que permite adaptar el proceso a muestras delicadas o especiales. Sin embargo, es un enfoque intensivo en mano de obra que exige una atención constante al tiempo y a la técnica.
En contraste, el procesamiento automatizado utiliza equipos programables para ejecutar estos pasos mediante ciclos controlados, reduciendo el esfuerzo manual. Los sistemas de transferencia de tejidos o de fluidos garantizan una ejecución estandarizada, ideal para tareas rutinarias, aunque ofrecen menor flexibilidad para protocolos altamente especializados.
El procesamiento manual es lento y laborioso, pudiendo requerir varias horas o incluso días para completar el ciclo: la fijación puede durar entre 6 y 24 horas, seguida de cambios secuenciales de reactivos. Este ritmo es adecuado para laboratorios de bajo volumen, pero resulta limitado cuando se requiere escalar.
En cambio, un procesador automatizado de tejidos puede completar ciclos en aproximadamente 6 horas, manejando simultáneamente docenas o cientos de muestras. Esta eficiencia incrementa la productividad y libera al personal para dedicarse a tareas analíticas de mayor valor, algo crucial en hospitales y laboratorios con alta carga de trabajo.
En el procesamiento manual, errores humanos como tiempos inconsistentes, cambios inadecuados de reactivos o manipulación desigual pueden comprometer la calidad de las muestras, generando cortes deficientes o resultados poco confiables. La variabilidad entre técnicos es un factor adicional de riesgo.
Los procesadores automatizados, en cambio, siguen programas precisos y reproducibles, asegurando una fijación, deshidratación e infiltración uniformes. Funciones como los ciclos de vacío/presión y la circulación activa de fluidos favorecen la penetración homogénea de los reactivos, produciendo bloques de parafina de alta calidad, indispensables para microtomía y tinciones diagnósticas fiables.
Los métodos manuales son más vulnerables a errores (tiempos inadecuados, contaminación de reactivos, fallos en el manejo), lo cual puede resultar crítico cuando no hay tejido de repuesto. Esta falta de fiabilidad representa un riesgo en entornos clínicos sensibles.
La automatización minimiza estos errores al estandarizar cada etapa y monitorear las condiciones del proceso. Los sistemas modernos incluyen alarmas y sensores que detectan niveles bajos de reactivos o fallos operativos. Aunque pueden presentarse problemas mecánicos, un mantenimiento y capacitación adecuados reducen estos riesgos, consolidando la automatización como una opción altamente confiable.
El procesamiento manual es ventajoso para lotes pequeños o muestras especiales, como tejidos raros o delicados, donde se requieren ajustes personalizados. Esta flexibilidad resulta valiosa en investigación o en casos diagnósticos poco comunes.
Por otro lado, la automatización está diseñada para estandarizar y escalar procesos, siendo ideal para la histología rutinaria en laboratorios clínicos. Aunque menos adaptable a protocolos personalizados, los equipos modernos ofrecen programas configurables que permiten adaptar parcialmente las condiciones, combinando eficiencia y versatilidad.
Procesamiento manual: Técnicos de laboratorio que manipulan manualmente las muestras a través de reactivos, con control directo y posibilidad de ajustes finos.
Procesamiento automatizado: Equipos programados que ejecutan el ciclo completo, con mínima intervención humana y máxima reproducibilidad.
| Criterios | Procesamiento manual | Procesamiento automatizado |
| Proceso de ejecución y control | Realizado por técnicos que trasladan manualmente las muestras a través de los reactivos. Ofrece control directo y permite ajustes personalizados según el tipo de tejido. | Ejecutado mediante equipos programables que siguen ciclos estandarizados. Minimiza la intervención humana y garantiza condiciones reproducibles. |
| Tiempo y eficiencia | Proceso lento y laborioso; puede requerir horas o días para completar un ciclo. Adecuado para laboratorios de bajo volumen. | Completa ciclos en aproximadamente 6 horas y puede procesar grandes volúmenes simultáneamente. Aumenta significativamente la productividad. |
| Consistencia y calidad | Susceptible a errores humanos (tiempos irregulares, cambios inadecuados de reactivos, manipulación desigual), lo que afecta la calidad y reproducibilidad. | Sigue programas precisos y repetibles, ofreciendo resultados uniformes. Los ciclos de vacío/presión y la circulación de fluidos mejoran la penetración de reactivos. |
| Riesgos de error y fiabilidad | Mayor probabilidad de errores humanos y contaminación de reactivos. Requiere supervisión constante. | Reduce errores mediante estandarización y monitoreo automático. Los sistemas modernos incluyen alarmas y sensores que mejoran la confiabilidad. |
| Flexibilidad y aplicación | Alta flexibilidad para muestras especiales o protocolos personalizados. Ideal para investigación o casos únicos. Para lotes pequeños, tejidos delicados o procedimientos experimentales que necesitan ajustes manuales. | Menor flexibilidad para protocolos personalizados, pero excelente para estandarización y alto volumen. Los equipos modernos ofrecen programas configurables. Ideal para Laboratorios clínicos y de patología con alto volumen de trabajo, que requieren eficiencia y resultados consistentes. |
Elegir el procesador de tejido adecuado para sus necesidades
Seleccionar el procesador de tejido correcto es clave para aprovechar al máximo los beneficios de la automatización, ya que los modelos varían en capacidad, características y aplicaciones. Considere los siguientes factores:
Volumen y rendimiento de la muestra: los laboratorios de bajo volumen pueden optar por procesadores compactos de transferencia de tejido para 20–50 muestras, mientras que los laboratorios de alto volumen requieren modelos de transferencia de fluidos capaces de manejar cientos de muestras, completando ciclos en 6–12 horas.
Tipos de tejido y protocolos: personalice los programas según biopsias, tejidos grasos o densos. Busque sistemas con ciclos de vacío/presión y control de temperatura para garantizar resultados de calidad.
Seguridad: elija sistemas cerrados con opciones libres de xileno, extracción de humos y alarmas integradas para un entorno de laboratorio más seguro.
Automatización y tecnología: valore características como circulación de fluidos, gestión de reactivos y pantallas táctiles intuitivas, presentes en sistemas como Leica Peloris™ o Thermo Scientific Excelsior™.
Costo y mantenimiento: equilibre la inversión inicial con los ahorros en mano de obra y desperdicio, asegurando que las tareas de limpieza y calibración sean manejables.
Compatibilidad con el flujo de trabajo: verifique la capacidad de los casetes, la compatibilidad con técnicas de tinción y el registro de datos para integración con la incrustación y la microtomía.
Soporte del proveedor: elija fabricantes de confianza como Leica Biosystems o Sakura Finetek, que ofrezcan capacitación, soporte técnico y garantías.
Escalabilidad: considere sistemas modulares que se adapten a volúmenes crecientes de muestra o nuevas necesidades de investigación.
Estas consideraciones lo guiarán hacia un procesador que optimice la eficiencia, la calidad y la seguridad de su laboratorio.
Ejemplo: Sistema HATPS 96 de HealthSky
Un ejemplo destacado de automatización avanzada es el Sistema automatizado de deshidratación e incrustación de tejidos HATPS 96 de HealthSky. Este sistema completamente automatizado integra deshidratación e incrustación, simplificando el proceso desde la fijación hasta la obtención del bloque de parafina.
Su capacidad de procesar cada muestra individualmente y de manera automática garantiza un tratamiento personalizado, adaptado a las necesidades específicas de cada tejido, mejorando la precisión y uniformidad de los resultados. El control exacto de la temperatura y el monitoreo en tiempo real aseguran consistencia y alta calidad, mientras que los módulos DE-Unite se adaptan a múltiples tipos de tejido.
Además, múltiples precauciones de seguridad protegen las muestras durante todo el ciclo. Al eliminar prácticamente todas las operaciones manuales, el HATPS 96 ofrece eficiencia, confiabilidad y seguridad, cumpliendo con los estándares de los laboratorios de histología modernos.

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