El procesamiento de tejidos es un procedimiento secuencial fundamental para preparar muestras biológicas destinadas al estudio microscópico. Este artículo describe las etapas esenciales de este proceso, con un enfoque particular en la fijación, el paso inicial que sienta las bases para una preservación adecuada de los tejidos y una interpretación histológica precisa.
El procesamiento de tejidos es un paso clave en histología que convierte las muestras frescas en una forma adecuada para su corte y tinción. El objetivo principal es preservar la estructura y los detalles celulares, garantizando un diagnóstico e investigación fiables. Cada etapa desempeña un papel esencial para conservar la integridad morfológica de la muestra y permitir una evaluación patológica precisa.
Es la primera y más importante etapa, donde los tejidos se conservan para prevenir la autólisis y la putrefacción, manteniendo su integridad estructural. Los fijadores habituales, como la formalina, detienen la actividad enzimática y el crecimiento bacteriano, estabilizando el tejido para las fases posteriores.
El agua se elimina gradualmente mediante soluciones alcohólicas de concentración creciente. Dado que los medios de inclusión como la parafina no son miscibles en agua, la deshidratación completa es indispensable para evitar distorsiones en los pasos siguientes.
El alcohol residual se sustituye por un agente de aclaramiento, normalmente xileno o sus sustitutos, compatibles con el alcohol y la parafina. Esta fase vuelve translúcido el tejido y lo prepara para la infiltración.
El tejido se impregna con parafina fundida, lo que le confiere la firmeza necesaria para ser cortado en secciones ultrafinas sin perder su arquitectura interna.
Tras el procesamiento, las muestras se incluyen en bloques de parafina. Este paso asegura la correcta orientación del tejido antes de ser seccionado en el micrótomo y montado en portaobjetos.
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¿Cuál es el paso más crítico en el procesamiento de tejidos?
La fijación es el primer paso y desempeña un papel fundamental en la preservación de la estructura tisular y la prevención de la degradación. Este proceso implica el uso de agentes químicos, comúnmente formalina (formaldehído), para detener las reacciones bioquímicas y estabilizar las estructuras celulares y tisulares.
Importancia de la fijación
Previene la autólisis y la putrefacción
Las células contienen enzimas que pueden degradar los tejidos (autólisis) poco después de la obtención de la muestra. Si no se fija rápidamente, estas enzimas provocan pérdida estructural. La fijación detiene estos procesos y previene el crecimiento bacteriano (putrefacción), protegiendo así la integridad del tejido.
Preserva la morfología
Una fijación adecuada mantiene la apariencia normal de las células y su relación con el tejido circundante. Garantiza que las características diagnósticas, como núcleos, citoplasma y matriz extracelular, permanezcan claramente visibles bajo el microscopio.
Facilita la penetración de los reactivos
Los tejidos bien fijados permiten que los reactivos posteriores, como alcohol y parafina, penetren de manera efectiva. La fijación insuficiente puede obstruir los canales de difusión, causando deshidratación, aclaramiento e infiltración incompletos.
Favorece una tinción de alta calidad
Muchos procedimientos histológicos, como Hematoxilina y Eosina (H&E), dependen de una fijación adecuada para obtener tinciones nítidas y consistentes. La fijación deficiente puede resultar en tinciones débiles, desiguales o difíciles de interpretar.
Impacto irreversible
A diferencia de etapas posteriores (deshidratación, aclaramiento), los errores en la fijación no pueden corregirse. Una vez que un tejido está subfijado o sobrefijado, su estructura puede verse permanentemente alterada o dañada, comprometiendo todo el proceso diagnóstico.

Proceso de fijación en el procesamiento de tejidos
La fijación es el paso fundamental en el procesamiento de tejidos, destinado a preservar las muestras en un estado lo más cercano posible al vivo. Una vez extraído un tejido del organismo, comienza a degradarse rápidamente debido a la actividad enzimática (autólisis) y a la invasión bacteriana (putrefacción). Para evitar esto, el tejido debe sumergirse rápidamente en una solución fijadora, generalmente formolina tamponada neutra al 10%. Este agente químico estabiliza proteínas y estructuras celulares, “bloqueando” eficazmente el tejido en su estado actual, previniendo la descomposición y preservando la morfología para su evaluación microscópica.
Antes de la fijación, el tejido suele recortarse en secciones más pequeñas y delgadas, típicamente de 3 a 5 mm de grosor, para asegurar una penetración uniforme y eficaz del fijador. El volumen de fijador también es crucial; normalmente debe ser 10 a 20 veces el volumen del tejido. Una vez sumergido, el espécimen permanece en el fijador durante un período específico, generalmente entre 6 y 24 horas, dependiendo del tipo de tejido, su tamaño y el nivel de conservación deseado. La subfijación deja el tejido vulnerable a la descomposición, mientras que la sobrefijación puede endurecer el tejido o enmascarar los detalles celulares.
Tras la fijación, el tejido puede enjuagarse para eliminar el exceso de fijador y prepararlo para las etapas posteriores de procesamiento, como la deshidratación, aclaramiento e infiltración con parafina. Una fijación adecuada no solo conserva los detalles estructurales, sino que también influye significativamente en la calidad de la tinción y la facilidad de seccionamiento. Dado que todos los procesos posteriores dependen de un tejido bien fijado, la fijación se considera el paso más crítico en la preparación del tejido para el análisis histológico.

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